En plena “revolución de las aplicaciones”, en un mundo tecnológico cada vez más integrado y donde las diferencias entre dispositivos se van estrechando, nos preguntamos a veces dónde quedarán las aplicaciones de escritorio, las de “toda la vida”, las que instalamos mediante un .exe, ante la fuerte pujanza de las aplicaciones universales Modern UI, aquellas que podemos instalar de forma sencilla a través de la tienda y que nos ofrecen una serie de ventajas en cuanto a diseño unificado y sincronización con las de nuestros teléfonos y tablets que no pueden ofrecer programas de escritorio.
A pesar de esto, somos conscientes de que estas Apps firmadas en la tienda de Windows están todavía muy lejos de ofrecer las prestaciones y buen rendimiento que siempre nos han brindado los programas de escritorio. ¿Ejemplos? Interminables: Internet Explorer 11, Skype, OneDrive, Música y un largo etcétera, por no hablar de aquellas opciones que simplemente no están disponibles en forma de aplicaciones Modern UI.
No obstante, supimos hace meses que Microsoft tenía la intención de incluir aplicaciones de escritorio en la tienda de Windows 10, lo que sin duda sería un gran avance y garantizaría que estamos descargando aplicaciones libres de malware o, al menos, que hayan seguido unos controles mucho más estrictos para su publicación. Actualmente, no hay discusión que valga: las aplicaciones de escritorio son muy superiores a las Modern UI y un usuario que esté trabajando con teclado y ratón no se lo pensará dos veces a la hora de qué aplicación usar si la encuentra en dos formatos. Sin embargo, sabemos que con el tiempo las aplicaciones universales mejorarán y ofrecerán un rendimiento muy superior al que hoy presentan, pulirán su diseño y veremos en ellas todas las ventajas que no nos puede ofrecer un programa tradicional de escritorio.
¿Qué pasará entonces? ¿Desaparecerán los programas de escritorio salvo para muy contadas ocasiones? ¿Empezarán los desarrolladores de Windows a mirar con mejores ojos las nuevas aplicaciones o seguirán desarrollando aplicaciones convencionales? ¿Se sumarán al cambio los equipos de escritorio o el éxito de estas aplicaciones no irá más allá de smartphones y tablets?