Nos cuesta recordar cuando comprábamos en soporte físico aplicaciones como Encarta o Quark X Press, y es que, salvo los juegos para video-consolas, que siguen adquiriéndose en formato disco, prácticamente todo el software lo descargamos directamente. Esto es algo que, evidentemente, antes era mucho más complicado con las limitadas velocidades de conexión a internet, pero aún así, desde el momento que fue posible, comenzó a hacerse a nivel de usuario, con su respectivo pirateo acompañando muy de cerca.

Cómo han evolucionado las descargas en la última década

Hace diez años, muchos buscábamos soluciones a tareas que queríamos realizar, independientemente de cómo se llamase el programa. Es por eso que plataformas como Softonic triunfaron. Nos brindaban toda la información necesaria sobre cada programa que existía (prácticamente lo tenían todo), pudiendo conocer si la versión era freeware, shareware, si era en español y con qué sistema operativo era compatible. Tardábamos bastante en descargar algunos y no podíamos cerrar el navegador con una descarga incompleta porque perdíamos el progreso. Esto hacía que muchos se decantasen por la opción “pirata”, descargar a través de programas Peer To Peer como eDonkey, con el riesgo de encontrarnos, después de tres días de descarga, con que habíamos descargado un largometraje pornográfico o que el programa venía con virus incluido, o que el crack no funcionaba correctamente. Fue la época dorada de los virus.

Había quienes sí que se dirigían directamente a la web del desarrollador para descargar el software deseado sin riesgos, una opción que hoy día es bastante más empleada que antes. Así nos aseguramos de que el programa que descargamos es el que queremos, la versión funcionará en nuestro sistema y estará en el idioma deseado. Podemos de igual manera descargar versiones de prueba o pagar directamente. Es el método más seguro, y se usa por ejemplo para descargar un programa de poker online con la garantía de que nos dirigirá a una sala de juegos de confianza, y es que en el momento en que puede intervenir el factor dinero, toda precaución es poca.

El verdadero cambio en nuestro modo de descargar programas y aplicaciones en ordenadores se ha producido a raíz de que apareciese en el entorno móvil el concepto de tienda de aplicaciones.

iOS y Android lanzaron su AppStore y Google Play respectivamente, y poco tiempo después, MacOS X lanzó su Mac AppStore. No pasó mucho tiempo hasta que Microsoft hizo lo propio para Windows: Microsoft Store en ese sentido lo ha hecho un poco mejor, ya que desde una misma plataforma podemos encontrar también software para Xbox (en el caso de Apple, ambas stores están separadas).

Aún así, las descargas ilegales siguen suponiendo un gran porcentaje, si bien, y debido a la severidad de las normativas al respecto, el sistema P2P cada vez es menos utilizado. La tendencia se ha desplazado, y cada vez más, al sistema de archivos .torrent, siendo uTorrent el programa por excelencia, y existiendo diferentes páginas donde encontrar estos archivos que redirigen al verdadero archivo, no alojado en las propias webs. Lo mismo sucede con los sitios de descarga directa como Mega, que cada vez operan con mayor discreción. Debemos seguir manteniéndonos alerta frente a los virus, no sólo a través de los antivirus más conocidos como Norton o AVG Free, sino también con buenas prácticas como evitar la ejecución automática de las descargas.

No obstante, cada vez es más difícil piratear y tiene menor interés para los usuarios. De una parte, los programas más pirateados como cualquiera de la suite de Adobe (con Photoshop como producto estrella) se han pasado a los modelos de suscripción en vez de al pago único, con lo que ya no hace falta realizar un desembolso de una elevadísima cantidad para disfrutar de todas sus funciones. A cambio, pagaremos por un tiempo de operatividad, y posteriormente, será como si nunca lo hubiésemos tenido. A algunos usuarios este modelo les resulta muy interesante y otros han decidido pasarse a opciones gratuitas. También afecta el hecho de que algunas aplicaciones técnicas tengan su versión online completa, o casi completamente funcional, como son los casos de AutoCAD o SketchUp. Además estas versiones en la nube facilitan trabajar desde diferentes dispositivos, incluso tablets, sin instalar nada y pudiendo acceder fácilmente a nuestros archivos.

¿Y qué hay del entorno móvil? Ser legal no es tan restrictivo como parece. Aparte de las tiendas de aplicaciones, hay desarrolladores que no están dispuestos a pagar el porcentaje de tener sus apps alojadas en dichas stores y facilitan un link de descarga desde su propia web. Para ejecutarlas deberemos realizar algunas simples operaciones como aprobar dispositivos o instalar certificados, y en el caso de versiones beta, descargarlas a través de otras apps gestoras de estos formatos. En cuanto al pirateo de las plataformas Windows Mobile, Android e iOS, sigue siendo muy extendido igualmente, y como siempre, a riesgo de encontrarnos con sorpresas desagradables como ciberataques, reducción del rendimiento del dispositivo o pérdida de la garantía en algunos casos.

La conclusión que podemos sacar es que el pirateo siempre encontrará una manera de salir a flote, pero que las facilidades que nos están brindando algunos desarrolladores con sus modelos de suscripción o alternativas en la nube con funcionalidades ligeramente limitadas son más que suficiente para el usuario medio, y también para muchos profesionales que sólo emplean algunas herramientas un par de veces al año. También el aumento de la competencia ofrece al usuario final alternativas a menor precio o incluso gratuitas, y por supuesto, la comodidad de descargar directamente en nuestros ordenadores desde la store certificada por Microsoft implica, además, la seguridad de que esas versiones no incluirán virus de regalo.